Clark Foam cierra sus puertas por delito medioambiental

La industria del surf sufre un inesperado golpe seco
POR PETER SANDERS Y STEPHANIE KANG / THE WALL STREET JOURNAL

Hay revuelo entre los aficionados a ese deporte en Estados Unidos. ¿La razón? Hay una posibilidad de que se presente una gran escasez de tablas.

Una ola de pánico está recorriendo las playas desde Malibu en California a la de Oahu en Hawai, y la causa no es una aleta de tiburón sobresaliendo de las aguas. Pero la amenaza es muy real para el mundo del surf: la posibilidad de una repentina escasez de tablas para practicar este deporte.

La causa del revuelo es el repentino cierre de la principal empresa que suministra el armazón de espuma de poliuretano, el que se utiliza en casi todas las tablas de hoy. La empresa se llama Clark Foam, con sede en Laguna Niguel, California, y ha operado desde 1961. Se estima que suministraba 80% de los armazones que se usan para armar las tablas en Estados Unidos. Además, era un importante proveedor mundial.

Pero sin advertir a sus clientes, que se reparten desde California a Japón, Clark Foam cerró sus puertas a principios de diciembre. En una carta de siete páginas que envió por fax a sus clientes, Gordon “Grubby” Clark, el fundador y dueño de 72 años, dice que su negocio dejará de existir porque está siendo investigado por agencias oficiales de protección ambiental debido a violaciones al código contra incendios y anti polución.

Sin embargo, las autoridades niegan que estén investigando esos cargos. Al contrario, esos organismos aseguran que la compañía solía cumplir con las regulaciones. Clark no devolvió llamadas para comentar al respecto.

Sea como sea, el inesperado cierre de Clark Foam revolvió las aguas de todos los participantes de esta industria, desde los fabricantes a los minoristas y surfistas. Los fabricantes estadounidenses ya han tomado varias medidas para asegurarse materiales alternativos desde fábricas más pequeñas en Australia, Sudáfrica, Brasil y España. Anticipándose a la escasez, algunos minoristas han subido en casi US$100 los precios de las tablas en EE.UU. El rango de precios suele ser de US$300 a US$900.

“Es el caos total”, dice Dave Hollander, presidente de la fabricante californiana Becker Surfboards. “El inventario de espuma de poliuretano que tenemos se agotará en una semana, y nadie está consiguiendo nada que la reemplace en los próximos seis meses”. Los últimos eventos ponen de relieve la importancia que Clark y su empresa han ejercido en esta industria, durante los últimos 40 años. Muy independiente y con fama de recluso, Clark es considerado un pionero del surf moderno.

Antes, las tablas de surf se hacían de madera balsa. En 1958 Clark, de formación químico e ingeniero, y el modelista de tablas Hobie Alter, revolucionaron este campo al fabricar en serie armazones de espuma que después eran moldeados como tablas.

Dos años más tarde, Clark continuó como el único fabricante del ya indispensable material.
Los expertos en este sector estiman que Clark y sus 100 empleados producían unos 300.000 armazones al año.
En la carta que Clark envió a sus clientes explica que en el proceso de fabricación se producen emanaciones tóxicas de un químico llamado disocianato de tolueno, que es el que otorga la resistencia y liviandad a la espuma.

Dice que se vio obligado a adquirir una póliza de seguro de US$50 millones para cubrirse ante posibles querellas, y que “como empleador, mi historial de seguridad laboral no es muy bueno”.

Después detalla los reclamos interpuestos por empleados, entre éstos uno iniciado por “la viuda de un empleado que murió de cáncer”. Agrega que las autoridades ocales no quieren fábricas como la uya en el área, pero éstas refutan esta cusación, asegurando que la compañía e Clark jamás fue multada. Una agencia federal dice que en 2003 le extendió una notificación de infracciones, pero que después Clark cumplió plenamente con las exigencias ambientales.

Lo que sí está claro es que Clark se hizo rico con su negocio. Aunque es un entusiasta surfista que posee casas en Hawai y en el sur de California, en 1993 compró un rancho en la fría Oregon, donde pasa la mayor parte del tiempo.

Gente que lo conoce bien dice que se dedica a la crianza de ganado fino y de cerca de 3.000 ovejas, que son cuidadas por pastores peruanos.

Al cerrar en forma tan desapasionada, es probable que Clark haya precipitado la llegada de una nueva era en la fabricación de las tablas. “La única disculpa que puedo ofrecer es que debería haber cerrado hace años, en una forma más gradual y predecible.

Esperé mucho y fui más optimista que pragmático”, dice en su carta.

Fuente¨: www.gravedadzero.tv

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