Al final no encontramos esas sesiones de surf intensas que muchos surferos buscan en sus surfaris, tampoco ninguna ola excelente, el mar no acompañó. Pero ha sido un viaje surfero al estilo clásico, el preferido por muchos surfistas, por carretera, en contacto directo, diario e intenso con la gente del lugar, buscando siempre la costa y sus secretos. Pero ha habido algo más, hemos querido dejar algo importante.
Entregamos cuadernos y bolÃgrafos en pequeñas escuelas, a grupos de crÃos, al mulay de la aldea para que los repartiera, a niños pescadores o jornaleros que con apenas once o doce años ya no volverán a pisar una escuela. No querÃamos hacer caridad, sino inculcar en algunos niños la afición por escribir o dibujar… expresarse al fin y al cabo. Entregamos además sobres con una dirección postal y ya sellados, y animamos a los crÃos a que nos escribieran. Tan solo tenÃan que echarla al buzón. Creo que eso ha sido lo mejor del viaje.